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SAlUd Y
NUTRICIÓN
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el estimular la actividad de las enzimas elongasas y desaturasas que realizan la transformación de AL y ALN en sus respectivos eicosanoides, proinflamatorios, los derivados del AL y antiinflamatorios, los derivados del ALN (Calder, 2006; de Luca & Olefsky, 2008). Por lo tanto, si la dieta es rica en carbohidratos refinados y en ácidos grasos omega-6 y pobre en ácidos grasos omega-3, como es lo más habitual en nuestra alimentación, se favorecerá la formación de eicosanoides proinflamatorios, exacerbándose el efecto negativo de estos sobre enfermedades cuyo componente inflamatorio es importante (cardiovasculares, cerebrovasculares, obesidad, etc) (Yudkin, 2007). La Figura 3 muestra el efecto proinflamatorio de una dieta rica en carbohidratos refinados y AL y pobre en ALN.
La menor ingesta de carbohidratos refinados producirá un menor aumento de la insulina en la sangre, con lo cual se producirá un menor estímulo para la transformación del AL en eicosanoides proinflamatorios (Shoelson y col., 2006). Pero también se podría afectar la transformación de ALN en eicosanoides antiinflamatorios. Ocurre sin embargo, que aunque las enzimas que realizan la desaturación y elongación del AL y del ALN son las mismas, éstas son mucho más específicas para transformar al ALN en EPA que al AL en AA, con lo cual se producirá un balance positivo que favorece el efecto de los eicosanoides antiinflamatorios derivados del EPA, en desmedro de aquellos eicosanoides proinflamatorios derivados del AA. El resultado final será un efecto antinflamatorio. Existe aún una mejor alternativa. Si consumimos productos del mar que aportan EPA, tendremos dos importantes ventajas adicionales. El EPA se transformará directamente en eicosanoides antiinflamatorios sin la necesidad de derivar del ALN y además, inhibirá a las enzimas que realizan la elongación y la desaturación del AL y ALN. Este efecto se conoce como inhibición por producto final y es muy común en nuestro metabolismo. Se generará una transformación reducida del AL en derivados proinflamatorios, aunque el consumo de este ácido graso sea alto, puesto que lo que no se utiliza
Figura 3 - Dieta rica en carbohidratos y ácidos grasos omega-6, pobre en ácidos grasos omega-3
en este proceso se oxida para la producción de energía. Además, la baja ingesta de carbohidratos que produce una menor liberación de insulina, no promoverá el efecto estimulante de esta hormona sobre las elongasas y las desaturasas, sin facilitar la acumulación de triglicéridos en el tejido adiposo (menor obesidad), dado que la insulina también estimula la acumulación de triglicéridos en este tejido (Yeaman, 2004). El proceso general es obviamente más complejo, pero los efectos descritos son los de mayor impacto en la inhibición de procesos inflamatorios. La aplicación de hábitos tan sencillos, como el consumir pocos carbohidratos refinados, evitar el exceso de AL y el fomentar el consumo de ALN, o mejor aún el consumo de EPA a partir de alimentos marinos que lo aporten, puede constituir una ventaja importante en la disminución de los procesos inflamatorios y de enfermedades que se relacionan con estos procesos. La Figura 4 resume los efectos metabólicos derivados de la “dieta antiinflamatoria”, aquella que aporta pocos carbohidratos refinados y abundante cantidad de EPA. Allí están justamente los productos del mar con todos sus beneficios para la salud. Los esfuerzos de muchos países para aumentar el consumo de pescado no han resultado exitosos y son muchas las causas: altos costos, bajo rendimiento (se pierde la cabeza, la cola, las vísceras) y en general satisfacen poco.
Figura 4 - Dieta pobre en carbohidratos y rica en ácidos grasos omega-3 de origen marino
· Ácidos grasos omega-3 y la dieta antiinflamatoria