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Teoria de la desodorización
más, sino con el 30 %, (hasta el 20 %) que es la mínima para una buena retención (la curva de eficiencia es prácticamente plana
entre esos dos límites, antes y después declina rápidamente). Si ρ es la densidad del líquido y ρ la del vapor:
v
L
(55)
3
3
K = 0,122 para un demister de baja densidad (200 kg/m ), que es adecuado y K = 0,107 para el estándar, densidad 300 kg/m ;
u max , velocidad máxima (m/s). La pérdida de carga es proporcional a la presión equivalente cinética:
(56)
ζ = 40 para un demister de baja densidad y ζ = 60 para el estándar.
La pérdida de carga en la lluvia producida por los aspersores que riegan el manto de rellenos es irrelevante. La superficie de las
gotas es área de transferencia, pero es mucho menor a la de un manto de relleno (Ref. 31 pág. 107), detalle importante, habida
cuenta que los ácidos grasos se condensan por transferencia de masa, que es proporcional a dicha superficie.
· El desaireador y la estanqueidad
Es crucial que el oxígeno sea eliminado antes de la desodorización, pues a elevadas temperaturas oxidaría de inmediato al aceite.
También debe eliminarse la humedad, que, si bien se la puede considerar como vapor de despojamiento cuando se desprende,
no es el vapor puro que se requiere, como el generado por una calderita de acero inoxidable y produciría una destilación irregu-
lar. Esto requiere una operación previa, en un aparato, denominado desaireador, que opere a temperatura y vacío moderado. Se
necesita calentar para elevar la tensión de vapor del agua disuelta, pero, normalmente, la temperatura no pasa de los 90 ºC para
evitar la oxidación y la presión es del orden de los 70 hPa para asegurar el despojamiento. El aparato tiene uno o varios aspersores
que riegan un manto relleno, que puede ser estructural, un Mellapack X 250, o anillos Pall volcados u otro que provea una buena
superficie de desprendimiento. Al caño de salida se le da una pendiente hacia el condensador para evitar retornos de agua por
eventual condensación del vapor saliente.
La teoría del desaireador es simple pues es la aplicación de la ley de Henry para la fase gas y la ley de Raoult para la líquida.
La primera dice que la presión parcial del aire p (ata) es proporcional a la fracción molar x del aire disuelto en el aceite:
g
p = Hx donde H: Constante de Henry, (ata) (57)
g
Es suficiente, entonces, bajar la presión parcial del aire para reducir su contenido en el aceite. La solubilidad del aire en el aceite,
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3
a P.T.N. es de 0,0714 m /m , equivalentes a 92,6 g/ton a 25 ºC y 83,8 g/ton a 100 ºC; la fracción molar es
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(92,6/29)/(10 /878) = 2,80 × 10 a 25 ºC y 2,54 × 10 a 100 ºC.
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-3
La constante de Henry es H = 1 ata/2,80 × 10 = 357 ata a 25 ºC y 394 a 100 ºC.
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A 70 hPa = 0,069 ata; x = 0,069/394 = 1,753 × 10 .
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La concentración, C , de aire en aceite es 1,753 × 10 = (C /29)/(10 /878), de donde C = 5,8 g/ton
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g
g
g
En algunas tecnologías se prefiere poner el desaireador a la presión del desodorizador, lo que posibilita limitar el calentamiento a
60 ºC y así reducir la oxidación al mínimo. Si el desaireador estuviera a 3 hPa, el contenido de aire en aceite bajaría a 0,5 g/ton.
El rigor en la desaireación debe ir acompañada por la estanqueidad de la planta, especialmente en los lugares donde el aire
pudiera entrar en contacto con el aceite. Para minimizar ese riesgo, ya en 1969, Del Aqua y Perozzi (Ref. 33.) proponían un
desodorizador donde, en las sucesivas etapas, el aceite no estuviera en contacto con las paredes del recipiente, sino más aden-
A&G 94 • Tomo XXIV • Vol. 1 • 80-108 • (2014) 105